Diego Carranza Psychiatrist

Estrategias reales que funcionan en cuanto a ahorro, inversión y bienestar mental

Dos personas sentadas, en pose reflexiva, con elementos sutiles que aluden a finanzas y bienestar mental

Este artículo desmonta el mito del aguacate y, además, propone una forma práctica de alinear dinero y salud mental. Por eso, antes de entrar en materia, te anticipo la idea central: con marco, método y automatización, el mito del aguacate se cae por su propio peso y aparecen estrategias reales que funcionan.

Vivimos en una época donde se habla tanto de dinero como de salud mental… y donde, paradójicamente, la falta de estructura financiera genera la misma angustia que la falta de estructura emocional.

Desde hace años estudio ambos mundos —finanzas y salud mental— con entusiasmo infantil.

Y he llegado a una conclusión sencilla: no hay equilibrio mental posible si tu economía es un caos, ni estabilidad económica duradera si tu mente funciona a impulsos, sin estructura emocional.

El dinero y la mente funcionan bajo las mismas leyes: ambos se desorganizan cuando no hay marco, límites ni visión a largo plazo.

Como psiquiatra, he visto que muchos de los conflictos que llevan a la ansiedad o al agotamiento también se reflejan en la forma en que la gente gasta, ahorra o se endeuda.

Por eso, este texto no va de números, sino de algo más profundo: cómo pensar el dinero teniendo en cuenta tu salud mental.

El mito del aguacate y los burpees

Hace unos años alguien decidió que la culpa de no tener casa propia era… No privarse de ciertos lujos como las tostadas de aguacate.

Así nació una corriente de iluminados que prometía la salvación financiera a base de renunciar a placeres cotidianos: el aguacate, el gin tonic del viernes, el almuerzo en restaurante del domingo.

Los economistas serios los llaman, con cierto desprecio, “lonchafinistas”. El término proviene de la idea humorística de cortar el embutido en lonchas muy finas para que dure más .

Gente que cree que la riqueza está en cortar lonchas y negarse pequeños placeres , no en entender el sistema.

Y es mentira.

También es mentira lo que predican los “gurús” financieros de bíceps hinchados te venden éxito a base de burpees, humillación pública y exhibir coches o relojes carísimos de dudoso gusto : “si no prosperas es porque eres flojo”, simplifican.

Desprecian la educación formal mientras montan academias de cartón piedra y “masterclass” que son embudos para suscripciones, upsells y esquemas piramidales con perfume de meritocracia. Exhiben una imagen de éxito con Lamborghinis de alquiler. Predican disciplina, pero viven de tus cuotas; hablan de libertad, pero te capturan con culpa y FOMO; prometen venderte una “mentalidad millonaria”, pero la única riqueza garantizada es la suya. Tu dinero entra, su Lamborghini ruge.

La educación financiera seria tiene en cuenta evidencia, riesgos, diversificación, impuestos, horizonte temporal. Lo otro es culturismo retórico con comisiones.

La riqueza no está en evitar las tostadas de aguacate en hacer mas burpees, sino en cómo estructuras el dinero.

No se trata de ahorrar céntimos o tener actitud millonaria: se trata de pensar con método.

Finanzas y salud mental : el mismo enemigo

El desorden financiero y el desorden emocional comparten determinados patrones:

• Falta de límites.
• Impulsividad.
• Negación de la realidad.
• Gratificación inmediata.

Por eso, organizar tus finanzas es un acto terapéutico: introduce marco, previsibilidad y responsabilidad, tres fundamentos de la salud mental.

Los 4 pilares de las finanzas en relación a la salud mental

1. Controlar los gastos fijos → reduce ansiedad estructural.
2. Tener un fondo de emergencia → crea seguridad interna.
3. Invertir de forma pasiva → refuerza la confianza en el proceso.
4. Gastar con conciencia, no con culpa → promueve el placer sin que este se asocie a endeudamiento.

La estructura sana: La fórmula 50 / 30 / 20

La fórmula es simple, elegante y casi terapéutica. En un mundo ideal (ingresos estables, salario digno) sería como sigue:

1. El 50 % de tus ingresos deben ir a gastos fijos: Hipoteca, luz, comida, seguros, cuota del coche.
Si estás por encima, el problema no es el aguacate, es tu casa o tu coche.

2. El 20 % se divide en 2 : El 10 % debe ir a una cuenta de ahorro con dos subcuentas:
o Una para emergencias (a 6–12 meses de gastos).
o Otra con un propósito (reforma, viaje, boda, lo que sea).

3. Otro 10 % debe ir a inversión pasiva, preferiblemente en un fondo indexado global a largo plazo.
No se trata de “jugar a la bolsa”, sino de invertir con método y largo plazo: dejar que el interés compuesto trabaje mientras tú haces tu vida.
Estos fondos no son depósitos ni garantizan rentabilidad inmediata; su valor puede subir o bajar en el corto plazo, especialmente durante crisis o ciclos económicos adversos.
Pero a largo plazo (10–20 años), la historia demuestra que superan ampliamente la inflación y a la mayoría de los fondos gestionados activamente.
Son productos de riesgo moderado, adecuados para quien busca crecimiento sostenido, no emoción financiera.El 30 % restante es para gasto libre de culpa: ocio, gimnasio, cenas, caprichos.
Es la zona flexible del presupuesto: si las cosas vienen mal dadas, ahí recortas.

Elegir bien el tipo de hipoteca: una decisión más psicológica de lo que parece

A la hora de elegir una hipoteca, la pregunta clave no es tanto qué tipo de interés conviene, sino qué tipo de persona eres y cómo manejas la incertidumbre.

• Hipoteca a tipo fijo:
Ideal para quienes valoran la estabilidad y duermen mal con la volatilidad.
Pagas más al principio, pero sabes exactamente cuánto pagarás cada mes.
Si tus ingresos son estables y tu horizonte vital es largo, la tranquilidad compensa el coste adicional.

• Hipoteca a tipo variable:
Conviene si tienes ingresos crecientes, flexibilidad económica o capacidad de amortizar rápido.
El riesgo, claro, es que si los tipos suben —como ya vimos estos años—, tu cuota se dispara.
No es para ansiosos ni para presupuestos ajustados.

• Hipoteca mixta:
Combina ambos mundos: fijo los primeros años, variable después.
Puede ser útil si esperas reducir deuda o vender la vivienda antes del tramo variable.

Consejo realista:
Nunca firmes una hipoteca cuyo pago mensual supere el 30–35 % de tus ingresos netos.
Y antes de decidir, haz el ejercicio mental de imaginar el peor escenario posible (tipos al 5 %, pérdida parcial de ingresos). Si en ese escenario no te ahogas, vas bien.
La mejor hipoteca no es la más barata: es la que te deja dormir.

El espejismo de la hipoteca

Muchos propietarios sueñan con “amortizar antes” para sentirse libres.
Y puede ser buena idea… si se hace a tiempo.
Con el sistema francés, al principio casi todo lo que pagas son intereses.
Por eso, amortizar en los primeros años tiene un impacto brutal:
25 000 € amortizados en el primer año de una hipoteca de 200 000 € pueden ahorrarte más de 23 000 € en intereses.
Si lo haces en el año 20, el ahorro no llega a 6 000 €.
Mismo gesto, distinta eficacia.
Como en terapia: amortizar pronto siempre rinde más.

vale la pena ser millonario?

La respuesta corta es : el dinero ayuda, pero no hay cifra mágica. El clásico de Kahneman y Deaton situó un “techo” del bienestar emocional diario cerca de 75.000 USD anuales en EE. UU., aunque la evaluación global de la vida seguía subiendo con los ingresos. Estudios posteriores con muestreo en tiempo real resolvieron el debate: para la mayoría, la felicidad continúa aumentando de forma logarítmica a medida que suben los ingresos (el aplanamiento aparece sobre todo en quienes ya son los menos felices). ¿Y cuando llega “demasiado” dinero? No hay un punto universal a partir del cual “empiecen los problemas”; lo que sí vemos es rendimiento decreciente y que el dinero extra corrige poco si el malestar de base es alto. En ganadores de lotería, la evidencia fuerte con datos suecos muestra que grandes premios elevan de forma sostenida la satisfacción con la vida durante más de una década, sin grandes cambios en felicidad diaria ni en salud mental, y sin “arruinar” a los ganadores; los efectos son positivos pero moderados. Con premios medianos en Reino Unido, también se observan mejoras medibles en salud psicológica a los dos años. En síntesis: alcanza para estar tranquilo cuando cubres holgadamente necesidades y controlas imprevistos; desde ahí, más ingresos aún suman, pero cada vez menos, en ocasiones , a partir de cierto punto , a mas ingresos mayores problemas .Y esta abundancia, ademas, no sustituye la falta de estructura vital ni es fuente de inteligencia emocional.Mas bien lo contrario.

Y lo más importante: automatízalo todo.

El ahorro y la inversión no deben depender de tu estado de ánimo ni de tu memoria.
Deja que tu cuenta se comporte como un reflejo bien entrenado: el dinero entra, y en ese mismo instante se reparte —una parte a gastos fijos, otra al ahorro, otra a inversión— sin que tú tengas que intervenir.
Cuando delegas esa disciplina en la voluntad, pierdes.
Porque la voluntad es volátil: se agota, se distrae, se justifica.
Un mal día, una compra impulsiva o una excusa emocional, y el plan se descarrila.
En cambio, cuando automatizas, la decisión correcta ocurre aunque tú no estés en tu mejor momento.
Además, de nada sirve cargar un cerebro ya saturado con recordatorios de vencimientos, pagos o transferencias pendientes.
Eso no es responsabilidad: es ruido.
Y el ruido mental cuesta concentración, descanso y claridad.
La automatización no es un truco financiero, es una estrategia de higiene mental: reduce el margen de error, elimina la culpa y libera espacio para lo que de verdad requiere atención.

Los que nadie dice : Consejos financieros que no te enseñan en ningún curso de inversión

1. No tomes decisiones financieras cansado.
La fatiga y el estrés son enemigos del sentido común. Nunca firmes, inviertas o compres nada importante después de un turno largo ,una noche sin dormir o una guardia.

2. El “ya lo miraré” cuesta dinero.
Las facturas automáticas, las renovaciones de seguros y las comisiones bancarias viven de tu inatención. Revisa una vez al año todo lo que se renueva “solo”.

3. Tu banco no es tu amigo.
Es una empresa. Si no entiendes un producto, es probable que no lo necesites. Si suena demasiado técnico, probablemente no sea para ti.Si te dicen como amortizar la hipoteca , haz lo opuesto.

4. Antes de comprar algo caro, calcula su coste emocional.
No solo cuánto vale, sino cuánto te va a preocupar, mantener, asegurar o reparar.
A veces el coche o la casa grande salen caros en ansiedad, no en euros. Si tienes un impulso , resiste 48 hs. y revalúa.

5. El mejor momento para ahorrar es cuando menos te apetece.
Porque justo ahí estás rompiendo el patrón impulsivo. Ahorrar es más psicológico que matemático.

6. Invierte solo en lo que puedas mantener dormido.
Si una inversión no te deja dormir, no es inversión, es dependencia emocional con forma de gráfico.

7. Gastar en calidad es una forma de ahorro.
Comprar barato y repetir tres veces es la versión económica del autoengaño.

8. Revisa cada gasto como si fuera una suscripción.
Porque muchos lo son. Si no lo usarías al menos una vez al mes, cancélalo.

9. Desconfía de los gurús que hablan en imperativos. O mejor : Desconfía de los gurús en general y de los gurús musculosos en particular .Si de verdad tuvieran el secreto del éxito , no necesitarían vendértelo. Si crees que alguien puede decirte como vivir tu vida , es porque estás intentando vivir la de ellos y vas derecho al precipicio.
Las finanzas personales no se dictan, se personalizan. No hay un “deberías” que funcione igual para todos.

10. El dinero rápido es ansiedad vestida de oportunidad.
Si algo promete ganancias rápidas, suele ser porque la otra parte gana incluso cuando tú pierdes.

11. No confundas “libertad financiera” con “no trabajar más”.
La verdadera libertad es elegir en qué, con quién y cuánto trabajar. No la fantasía del sofá perpetuo.

12. Protege tus mañanas.
Las primeras horas del día son donde tomas las decisiones financieras (y terapéuticas) más caras: qué comprar, qué postergar, qué cancelar. Desconecta todos los anuncios que el logaritmo te envía para hacerte comprar cosas que no necesitas.

13. Haz del dinero un tema conversable en pareja.
Callarlo genera resentimiento, y hablarlo con claridad genera estructura. El silencio financiero es uno de los grandes enemigos de la convivencia.

14. Ahorra para momentos, no para cosas.
Las experiencias generan memoria emocional; los objetos, mantenimiento y falta de espacio.

15. Identifica tu guion financiero.
Todos tenemos mandatos inconscientes sobre el dinero: miedo, culpa, ostentación o control.
Hasta que no los ves, el dinero hablará por ti.

16. El dinero amplifica rasgos, no los cambia.
Si eres caótico, más dinero solo amplía el caos.
Si eres estructurado, amplía la paz.

17. No confundas seguridad con acumulación.
A veces el ahorro compulsivo es ansiedad y necesidad de control, no prudencia.

18. Ahorra para tener opciones, no solo dinero.
El ahorro te da la capacidad de decir no sin miedo.
Eso es libertad, no el saldo.

19. No uses el dinero para regular afectos.
Ni para reparar culpas, ni para comprar cariño, ni para tapar vacíos.

20. La escasez emocional se disfraza de prudencia.
Algunos “ahorran” para no sentir; otros “gastan” para no pensar.Lo financiero y lo psíquico se reflejan como espejos.

21. Ahorra primero, gasta después. Lo que no se separa, desaparece.

22. Haz revisiones trimestrales. Sin obsesión, pero con prudencia.

23. Evita créditos de consumo. Si necesitas financiar ocio, el problema no es financiero.

24. Menos comparación, más gestión: la envidia es el gasto tóxico con las consecuencias mas costosas.

25. Revisa tus seguros. Muchos pagan el doble por duplicidades.

26. Piensa en rentas pasivas. El dinero que no depende de ti es el más libre.

27. Planifica tus impuestos. Hacienda no perdona, pero sí recompensa al que se adelanta.

28. El que juega por necesidad pierde por obligación. Cuando inviertes (o juegas) “porque necesitas que salga bien”, entras en modo supervivencia: toleras riesgos que no asumirías en frío, persigues pérdidas y te vuelves ciego al coste real (probabilidad × consecuencia). La escasez mental estrecha tu foco: sólo ves la salida rápida, no el abismo estadístico (la “ventaja de la casa”, los intereses, las comisiones). Además, la aversión a la pérdida te empuja a doblar la apuesta para “recuperar”, justo donde la ruina es más probable. Moral: si el dinero es urgente, el juego te juega a ti.

29. Si un producto es gratis , el producto eres tú. Si no pagas con dinero, pagas con datos, atención y conducta. El “gratis” suele monetizarse vendiendo tu perfil publicitario, moldeando tus clics (economía de la atención) o empujándote a compras dentro de la app. Resultado: pierdes privacidad, te vuelves más predecible y, a veces, más manipulable.

29. Y, sobre todo, recuerda:
El dinero no cambia quién eres, solo amplifica lo que ya eres.

Conclusión :Este no es un mapa, es una brújula

Nada de esto pretende ser una receta universal ni un manual de autoayuda con moraleja.
Cada persona tiene su contexto, su historia, sus ingresos, sus miedos y su forma de sabotearse.
Las proporciones 50/30/20, los fondos indexados o las reglas del ahorro no son leyes, son herramientas de orientación.
Lo importante no es seguirlas al milímetro, sino entender la lógica detrás: crear estructura, reducir ruido mental y evitar decisiones impulsivas.
El dinero revela cómo pensamos.
Si tus finanzas son un caos, probablemente algo dentro de ti también lo está.

Como en terapia, no se trata de hacerlo “bien”, sino de hacerlo de forma consciente, sostenida y honesta.
No necesitas ser economista para tener paz financiera ni psiquiatra para entender tus propios impulsos.
Poner orden fuera ayuda a poner orden dentro.
Y en ambos casos, la fórmula es la misma:
constancia, paciencia y método.

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